3 cuotas sin interes | envio gratis
en pedidos mayores a $90.000

New week, let’s start soft

Qué lindo saludarte.

Cada semana, un momento para reconectar.  

Porque sé que priorizás tu bienestar, y por eso estás acá. Entre tanto ruido, este es tu recordatorio: la salud mental importa. Acá vas a encontrar consejos simples, reales y aplicables para sentirte mejor cada día.

Bienvenido a tu pausa mental de cada semana.

Ansiedad & Scroll

Tu sistema nervioso buscando recompensa inmediata

No es casualidad que te cueste  taaanto soltar el celular cuando estás ansiosa. Tampoco es que “no tengas fuerza de voluntad”, sino que el motivo está más relacionado con que las redes sociales están perfectamente diseñadas para capturar nuestra atención, sostenerla y estirarla lo máximo posible.

Cada scroll libera dopamina, un neurotransmisor que anticipa recompensa. No se activa solo cuando algo te gusta, sino también cuando esperás que algo pueda gustarte. Esa expectativa constante, el “a ver qué viene después”, es lo que mantiene al cerebro atrapado. Y más en momentos de ansiedad, donde tu cerebro esta en modo alerta / amenaza. 

Cuando estás ansiosa, tu mente no solo está inquieta, sino que está buscando alivio. Tu mente necesita encontrar un espacio seguro, de placer, de bienestar donde se sienta a salvo para  poder salir del estado de peligro y bajar la intensidad. En ese momento las redes sociales aparecen como una opción perfecta. Es una vía rápida de placer. Mirar un video corto, leer algo liviano o reírte con un meme genera mucho placer. Pero ese alivio es muuuy efímero y adictivo (el cuerpo quiere más y más), lo que impide que puedas dejar el celular, porque muchas veces si lo dejás, el malestar aparece de nuevo e incluso mas fuerte. 

Esto se conoce como circuito dopaminergico: un sistema dentro del cerebro que se activa cada vez que experimentamos una recompensa o anticipamos una. Funciona como una ruta de comunicación entre varias zonas cerebrales, donde la dopamina se libera cuando algo nos genera placer, motivación o alivio. Este circuito no es nato, sino que formando y reforzando con el tiempo: cuando un estímulo externo nos da un “premio” inmediato el cerebro lo registra como algo que “vale la pena repetir”. Y así se construye el hábito, y esto no  porque el contenido sea valioso, sino porque el sistema de recompensa se activa. Cuantas más veces lo repetís, más automático se vuelve y más difícil es dejarlo. Más lo necesita tu ansiedad para calmarse por un rato (aunque después te deje peor).Es un circuito aprendido, reforzado, que hoy opera en piloto automático, no distingue entre lo placentero y lo adictivo. Solo reconoce que algo te genera expectativa y te mantiene “enganchada”. Por eso, cuanto más ansiosa estás, más vulnerable sos a esta sobreestimulación. Y cuanto más sobreestimulada estás, más difícil se vuelve regularte emocionalmente. Es un ciclo que se retroalimenta.

Entender esto no es para que te culpes, sino al contrario: es para que empieces a mirar esta relación con más amabilidad. Porque no sos vos contra el algoritmo: es tu sistema nervioso buscando un lugar seguro donde se sienta en calma (y ahi aparece las redes para darte una dosis de placer, falsa obviamente). 

¿Sentís que no estás haciendo suficiente?

Lo peor de las redes sociales: la comparación

Cada vez que scrolleás, no solo se activa el circuito de recompensa en tu cerebro, sino que también predominan las ondas beta. Son las ondas cerebrales que te mantienen en alerta, atenta, vigilante. Son súper necesarias: sirven para resolver problemas, planificar, reaccionar rápido. Pero cuando permanecen activas demasiado tiempo, generan ansiedad, fatiga mental y desconexión con vos misma.

Tu sistema nervioso no distingue si el “peligro” viene de un mensaje inesperado o de ver que alguien tiene “la vida perfecta” en un reel.

Y acá aparece otro de los grandes problemas de las redes: la comparación. Comparás tu cuerpo, tu rutina, tu trabajo, tus vínculos, hasta tu forma de hablar. A veces lo notás, otras no. Pero tu cerebro recibe un solo mensaje: “Me falta algo. Debería ser o tener algo más. Tengo que ser diferente.”
Esa sensación se instala como un peligro difuso, como si estuvieras atrasada, como si algo en vos no fuera suficiente, como si tu vida tuviera que ser distinta.

Y para un sistema nervioso que ya está en estado de alerta, esto es muy peligroso. Porque estas pequeñas situaciones diarias empiezan a activar ansiedad, aunque no siempre se note. Tal vez no aparece como un ataque de pánico, pero está. Se acumula en forma de tensión física, ruido mental y un malestar sutil que no sabés muy bien de dónde viene.

Sentís que necesitás hacer más, cambiar algo, mejorar. Pero no porque realmente lo desees, sino porque creés que es lo que deberías hacer para que todo se sienta bien. Y eso, sin duda, te aleja de tu deseo más genuino.

Porque las redes no solo muestran, también sugieren. Y lo que sugieren, a veces sin que lo registres, es que tu cuerpo debería verse distinto, que tu rutina podría ser más productiva, que tu vínculo amoroso debería ser más sano o más divertido, que tu vida tendría que parecerse un poco más a lo que ves en ese reel. Y así, sin darte cuenta, empezás a medirte con estándares invisibles. Estándares que ni siquiera elegiste, pero que tu cerebro interpreta como si fueran la norma.

Con cada comparación, tu atención se aleja de vos y se va hacia afuera. Empezás a mirar más lo que “deberías” que lo que necesitás. Y ese movimiento desgasta. Porque cada vez que sentís que algo te falta, el cuerpo reacciona como si eso fuera una amenaza. Y eso activa tu sistema nervioso, te pone en alerta, te mantiene hiperconectada, queriendo más, aunque no sepas exactamente qué.

Ahí es donde aparece la autoexigencia silenciosa. Esa que no dice “tengo que ser perfecta”, pero sí te deja con una sensación constante de no estar haciendo lo suficiente. Te exigís más, pero te sentís menos. Y así se va armando un circuito que desgasta tu energía, desconecta tus deseos y deja una sensación de vacío difícil de nombrar.

Lo más peligroso de esta trampa es que no se calma cuando lográs algo. Porque apenas lo conseguís, ya aparece otra meta, otra imagen, otra persona que parece estar más avanzada. Y eso vuelve a encender el loop: más ansiedad, más comparación, más agotamiento.

No sos vos. No es falta de foco ni de voluntad. Es tu sistema nervioso respondiendo a un entorno que estimula mucho más de lo que puede procesar. Y aunque esto se volvió normal, no es natural ni sostenible.

Mi recomendación

Uso consiente de las redes < 3

No se trata de eliminar las redes. Se trata de recuperar el registro. De volver al cuerpo. De elegir, al menos por ratos, bajar el ruido del mundo externo y escuchar lo que necesitás.

Acá van algunas microdecisiones que podés empezar a practicar:

Elegí un “primer momento del día” sin pantalla.
No hace falta que sea mucho tiempo (o al menos al principio), sino lo que sientas que puedas. Es una forma de que no sea el algoritmo quien te diga cómo empezar el día. Podés usar ese momento para respirar, para tomar algo en silencio, para estirarte, o simplemente para estar.

Detectá los momentos de uso automático.
No los que elegís, sino los que aparecen cuando estás ansiosa, aburrida, cansada o estresada. Ese scroll que hacés sin darte cuenta. Podés poner una notita cerca del celu que diga: ¿esto es lo que necesito ahora? No para evitarlo, sino para registrar.

Sumá pausas sensoriales entre pantallas.
El sistema nervioso necesita espacios sin estímulo para poder regularse. Salir un momento al aire libre, mirar por la ventana, cerrar los ojos, estirarte. Pequeñas acciones que cortan con la sobreestimulación y te devuelven al eje.

Cuidá lo que consumís (como cuidás lo que comés).
No todo lo que ves te nutre. Podés hacer una limpieza de cuentas, silenciar perfiles que te generen ansiedad o comparación, y priorizar contenido que te conecte con calma, propósito y sentido.

No necesitás dejar el celular. Solo recuperar algo de vos cada vez que lo usás.

Afirmación de la semana

La vida real no se ve x redes sociales. Mi valor va mucho más allá de los likes

Tu carrito

En este momento tu carrito está vacío.

Volver a la tienda