Llegó el Cyber Monday a Argentina y nos están bombardeando con correos, notificaciones, banners, y obvio que todo eso sobreestimula a nuestro cerebro y lo pone en modo alerta: comprar se siente urgente.
Después de un día de mucho estrés, o un fin de año agotador, comprar parece una muy buena manera de generarnos alivio o una ‘recompensa’ entre tanto esfuerzo y malestar. Y como nuestro cerebro no esta diseñado para ahorrar, sino por el contrario, esta diseñado para buscar el placer inmediato, hacer click en una compra on line que nos llega a casa, que tiene cuotas o envio gratis, y que nos promete alivio, es algo muuuuy tentador de hacer. Todo esto activa el circuito de dopaminergico, y hace que después de esa compra sintamos placer y alivio momentáneo.
Pero el problema es que esto se refuerza el loop de malestar: compramos buscando alivio, lo cual al ser tan efímero, hace que nos volvamos a sentir mal, tengamos que volver a comprar (generalmente cosas que no necesitamos) y eso nos produzca culpa, ansiedad, deudas entre otras tantas cosas <negativas>
Reconocer cómo nuestro cerebro reacciona ante la sobreestimulación y la urgencia es clave para poner un freno a la impulsividad, tomar decisiones más conscientes y empezar a invertir en lo que realmente nos genera bienestar.
Compras
No están bien ni mal (de acuerdo a qué función le demos)
No se trata de que comprar sea “malo”, porque incluso muchas veces está buenisimo. El problema aparece cuando compramos para calmar emociones -incomodas-, llenar vacío o aliviar estrés/ansiedad, en lugar de aprender nuevas maneras de gestionarlo.
Cuando estamos sobreestimuladas, nuestro cerebro busca gratificación rápida: una compra, una oferta, un impulso que nos haga sentir alivio inmediato. El efecto es momentáneo: 15 minutos después, la ansiedad vuelve. Ese ciclo puede repetirse miles de veces, generando culpa, frustración, sensación de vacío y, muchas veces, deudas.
Por eso, la verdadera clave está en 1- aprender a gestionar emociones, 2- en tomar conciencia del impacto de cada decisión 3- en dejar de gastar para aprender a invertir en nosotros mismos de manera consciente. Eso significa:
- Elegir experiencias por encima de cosas: algo que nos conecte con el presente, nos enseñe, nos haga reír o descansar <salidas, talleres, cursos, paseos, viajes cortos, experiencias>
- Cuidar nuestra mente y cuerpo: terapia, ejercicio que disfrutemos, alimentación que nos nutra, descanso real. Lo que parecía “carísimo” puede ser una inversión mas que un gasto.
- Reconocer patrones disfrazados de hábito o disciplina: comprar “por necesidad” o “porque estaba en oferta” muchas veces es autoexigencia disfrazada, un intento de controlar lo que no podemos en nuestro día a día.
Cuando empezamos a mirar con consciencia, nos damos cuenta de que menos no siempre significa mejor, pero más tampoco garantiza bienestar. La diferencia está en cómo y por qué elegimos gastar nuestro tiempo, dinero y energía.
Cada compra consciente que hacemos refuerza un hábito saludable: reemplaza la urgencia y la búsqueda de gratificación momentánea por decisiones alineadas a nuestro bienestar. Poco a poco, el cerebro aprende que la calma, la satisfacción y el placer real no vienen de estímulos externos inmediatos, sino de inversiones que suman a nuestra vida y nos dan estabilidad emocional.
Ademas de que sea una invitación a empezar a usar el dinero a nuestro favor: cuantas veces dejamos de lado cosas, experiencias, actividades, por verlas como ‘costosas’ pero en verdad terminamos gastando muuuuucho mas en cosas que no nos nutren y solo nos generan entusiasmo cuando hacemos la compra y después no lo usamos o nos olvidamos de que existe.
Ejercicio simple
Evaluar las compras:
Antes de comprar algo durante estos días:
- Preguntate cuánto lo necesitás realmente (y cuanto lo usarías)
- Reflexioná si lo estás comprando por impulso, urgencia, estrés o hábito.
- Esperá algunos días antes de confirmar la compra. Muchas veces lo que creemos “necesitar” desaparece después de un par de días; si aún lo seguís queriendo o sintiendo que lo necesitás, es porque realmente puede sumar valor a tu vida.
- Pensá si ese dinero podría invertirse en algo que genere bienestar duradero: experiencias, aprendizaje, autocuidado, conexión con otras personas.
Anotá tus respuestas y revisalas antes de comprar. Esto ayuda a romper el ciclo de compras impulsivas, aumentar la consciencia y empezar a invertir en vos y en tu bienestar.