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New week, let’s start soft

Qué lindo saludarte.

Cada semana, un momento para reconectar.  

Porque sé que priorizás tu bienestar, y por eso estás acá. Entre tanto ruido, este es tu recordatorio: la salud mental importa. Acá vas a encontrar consejos simples, reales y aplicables para sentirte mejor cada día.

Bienvenido a tu pausa mental de cada semana.

10/10: día mundial de la salud mental

No hay salud, sin salud mental

Hace unos días fue el día mundial de la salud mental, y hoy quiero hablarte sobre eso ya que es algo que durante mucho tiempo (y a veces todavía sigue sucediendo) se subestima, y creo que es muy importante entender que  no hay salud de verdad si no está acompañada de bienestar emocional.


Podemos tener un cuerpo fuerte, alimentarnos bien o movernos todos los días, pero si nuestra mente está sobrecargada, desconectada o en constante alerta, no hay equilibrio posible.Tener salud mental no significa simplemente no tener síntomas, ni “estar siempre bien”. Significa poder disfrutar de la vida, sentirnos presentes en lo que hacemos, conectarnos con nosotros mismos y con los demás, y enfrentar los desafíos cotidianos desde un lugar de mayor calma, comprensión y resiliencia. Construir una vida de la que no tengamos la urgencia de escapar, sino por el contrario, la queramos habitar. 

La salud mental es la base desde la cual todo lo demás se construye: las relaciones, el trabajo, los hábitos, la capacidad de disfrutar, incluso la forma en que nos hablamos a nosotros mismos. Sin ella, todo se vuelve más difícil. Por eso digo que no hay salud sin salud mental.

Durante mucho tiempo, este tema fue un tabú. Se asociaba “ir al psicólogo” con estar mal o con tener un problema “grave”(o incluso estar «loco”) La gente no le daba importancia a lo que sentía, se minimizaban los síntomas, y muchas veces se priorizaba “aguantar” por sobre “cuidarse”. La propuesta era seguir, rendir, cumplir, aguantar aunque por dentro hubiera agotamiento, tristeza o desconexión, pero obvio no se hablaba de emociones. Quien sentía era categorizado como ‘y debil’, ‘sensible’, pero la realidad es que sentir es propio del ser humano y muchas veces la idea de aguantar y resistir deja secuelas muy graves, e incluso irreversibles. 

Hoy, por suerte, las cosas están cambiando: la salud mental está presente en la vida de las personas, es un tema del que se habla en redes, en los trabajos, en las familias. Y aunque a veces pueda sentirse como una “moda”, lo cierto es que que se hable ya es un avance enorme.Significa que cada vez más personas reconocen que cuidar la mente es tan importante como cuidar el cuerpo.Y ojalá esta “moda” haya llegado para quedarse. Porque cuidar nuestra salud mental no debería ser una tendencia, sino una forma de vida. Una manera de relacionarnos mejor con lo que sentimos, con los demás y con el mundo.

Hablar de salud mental es hablar de prevención, de consciencia, de autocuidado.
Es darnos permiso para sentir, para pedir ayuda, para poner límites y para encontrar espacios que nos devuelvan bienestar. Y eso —aunque parezca simple— es revolucionario en un mundo que nos exige estar siempre haciendo, produciendo o mostrando.Cuidar la salud mental es animarse a elegir la calma frente al ruido, la conexión frente a la distracción, la empatía frente a la exigencia.
Y cuanto más natural se vuelva hablar de esto, más cerca estaremos de una sociedad verdaderamente saludable.

Día del psicologo <3

Mis mayores aprendizajes no vinieron de la facultad

Hace unos años terminé la carrera de psicologa (ahí estoy yo cuando retire mi titulo toda contenta jaja)  y obvio que en esos años aprendí muchísimo, pero mis mayores aprendizajes no vinieron de los libros ni de los posgrados, sino de la experiencia, de las personas que acompañé, y de mi propio camino personal.

Aprendí que la teoría es una guía valiosa, pero que lo humano no siempre encaja en los manuales ni en los protocolos de tratamiento. Que cada historia, cada emoción y cada proceso son únicos. Que no hay una fórmula que sirva para todos, y que acompañar a otro en su dolor o en su búsqueda requiere presencia, empatía y mucha humildad.

Aprendí que escuchar realmente —sin interrumpir, sin apurar, sin querer “arreglar”— puede ser profundamente sanador. Que a veces lo que más necesitamos no es una respuesta, sino un espacio donde sentirnos comprendidos y validados.

También entendí que la salud mental no se trata solo de aliviar síntomas, sino de aprender a vivir mejor. De encontrar sentido, calma, conexión y placer en las pequeñas cosas.


Que cuidar de uno mismo no es

egoísmo, sino una forma de sostenernos para poder sostener a los demás.

Aprendí, sobre todo, que el bienestar no se alcanza: se practica todos los días.En los límites que ponemos, en los descansos que nos permitimos, en las pausas que hacemos, en cómo nos hablamos cuando algo no sale como esperábamos.

Y en consulta, confirmé algo que la universidad no enseña: que la vulnerabilidad no es debilidad, sino la puerta hacia los vínculos más genuinos y los cambios más profundos.

Como psicóloga, veo todos los días la fuerza que tenemos los seres humanos para reconstruirnos, para aprender de lo vivido, para empezar de nuevo.
Y eso me recuerda, una y otra vez, por qué elegí este camino: porque creo profundamente que la salud mental es libertad. La libertad de poder sentir sin miedo, de animarnos a mirar nuestra historia de frente, de aceptarla y aprender de ella, pero también de no quedarnos atrapados en lo que nos pasó.
No somos únicamente nuestras heridas ni lo que hicieron con nosotros: somos lo que elegimos hacer con eso. Y en esa elección —en ese pequeño acto de consciencia y amor propio— empieza la verdadera sanación.

Te abrazo < 3

Recurso

Pausa para salir del piloto automático

Afirmación de la semana

Merezco cuidar mi salud mental y disfrutar de mi vida con presencia y calma.

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