Muchas veces sentimos que deberíamos rendir igual todos los días: estar a full en el trabajo, mantener la rutina, entrenar, sociabilizar y encima “estar bien emocionalmente”. Pero la realidad es que nuestro cuerpo y nuestro cerebro no funcionan a un ritmo constante: somos cíclicas, y eso impacta en nuestra energía, concentración y emociones.
Desde la PNIE, sabemos que cada fase del ciclo menstrual genera cambios muy reales en la comunicación entre cerebro, hormonas, sistema nervioso y sistema inmune. No es solo “sentirse rara” o “cambiar de humor”: son señales de tu cuerpo adaptándose para mantenerse equilibrado y saludable.
- Fase folicular: energía y foco al máximo, ideal para proyectos, entrenamientos intensos y vida social.
- Ovulación: creatividad, seguridad y capacidad de conectar con otros.
- Fase lútea: cuerpo y mente bajan un poco el ritmo; es normal sentir más sensibilidad, irritabilidad o ansiedad.
El problema no es sentirte menos capaz en esos días. El problema es pretender rendir igual siempre. Esa autoexigencia activa tu sistema nervioso, genera tensión y dispara ansiedad. Entender que tu energía y tu ánimo tienen un ritmo natural no solo te libera de sentir que estas “fallando”, sino que es una forma real de cuidar tu salud mental, física y hormonal.
Ansiedad & depresión premenstrual
pov: no odias tu vida, solo estas en la fase lutea

En la fase lútea, especialmente los últimos días antes de la menstruación, muchas chicas sienten que la ansiedad aumenta, el ánimo cae o aparece irritabilidad. No es casualidad ni “que seas histérica o exagerada”: son respuestas naturales de tu cuerpo y tu cerebro.
Durante esta fase, ciertos neurotransmisores y hormonas cambian, lo que puede hacer que tu sistema nervioso se vuelva más sensible al estrés y que tu regulación emocional sea más difícil. Es decir, tu ansiedad no surge de “no poder con la vida”: surge de cómo tu cuerpo se ajusta a esta fase del ciclo.
La depresión premenstrual tampoco es solo hormonal: es tu cuerpo pidiendo introspección y cuidado. Si seguimos con la autoexigencia y el ritmo intenso, se genera un círculo donde la ansiedad y la frustración se potencian, porque tu sistema nervioso está sobreestimulado y tu mente se juzga por sentir lo que siente.
El mensaje clave: no estás fallando, tu cuerpo te está avisando que necesita otro ritmo. Escuchar estas señales es aprender a vivir en sintonía con tu ciclo, reduciendo ansiedad y mejorando tu bienestar general.
Estrés crónico
Ciclos alterados: señales de alerta, no de culpa ni castigo!!
Cuando el estrés se vuelve constante, el cuerpo vive en un estado de alerta permanente. El cerebro interpreta que hay peligro, libera cortisol y otras hormonas del estrés, y eso puede alterar tu ciclo menstrual: retrasos, sangrados irregulares o incluso ausencia de menstruación.
Esto no es culpa tuya ni un “error” de tu cuerpo. Es una respuesta adaptativa: tu organismo prioriza funciones esenciales y pone en pausa procesos que requieren mucha energía, como la menstruación. Es su manera de cuidarte frente a la sobrecarga y priorizar tu supervivencia.
Por eso, la ansiedad, la irritabilidad o los cambios de ánimo premenstruales pueden sentirse más intensos cuando el estrés es crónico. Tu cuerpo te está diciendo: necesito que desacelere, que me escuches y me cuides. Aceptar que tu ciclo puede variar según tu nivel de estrés es un paso clave para dejar de exigirte igual todos los días. Escuchar tus señales hormonales y emocionales no es hacer menos, es cuidarte mejor. Reconocer esto te permite planear tu ritmo, tus actividades y tu autocuidado de forma más realista y autocompasiva (sin importar si los otros te entienden o les parece “apropiado”)